Por:
Myriam Lopez Blanco
Muchos agresores se refugian en las excusas para evitar las consecuencias jurídicas o sociales. Por ejemplo, dicen que estaban fuera de control o que fue una locura temporal pero que no volverá a suceder.
Adams cree que, lejos de ser irracional, la violencia le sirve al agresor para ganar y mantener el control sobre su víctima. "Con sus ataques de ira, aparentemente espontáneos e irracionales, los agresores no pierden el control sino que lo ganan".
Este especialista pone el ejemplo del hombre que acusa violentamente a su pareja de tener aventuras o de pasar demasiado tiempo con otras personas, pero que se arrepiente inmediatamente y le pide perdón. Esta escena se repite frecuentemente, y, como resultado, la víctima acaba reduciendo sus visitas a familiares o amigos por miedo de que él se enfade o aumenten sus sospechas.
Así, el individuo se beneficia de su comportamiento aunque se disculpe después. Los ataques impredecibles del agresor mantienen a la víctima a la defensiva haciendo que ésta siempre se anticipe a las necesidades de él y renuncie a las propias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario