"No son enfermos mentales. Si lo fueran, tendrían antecedentes de agresión a otras personas. (...) Y sin embargo, sólo descargan la violencia contra sus mujeres. (...)"

Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia.

Mahatma Gandhi. 1869-1948. Político y pensador indio.


Nadie puede amar sus cadenas, aunque sean de oro puro.

John Heywood

sábado, 17 de enero de 2015

Las mujeres que aman demasiado



Prólogo.

Cuando estar enamorada significa sufrir, estamos amando demasiado.

Cuando la mayoría de nuestras conversaciones con amigas íntimas son acerca de él, de sus problemas, sus ideas, sus sentimientos, y cuando casi todas nuestras frases comienzan con "él...", estamos amando demasiado.

Cuando disculpamos su mal humor, su mal carácter, su indiferencia o sus desaires como problemas debidos a una niñez infeliz y tratamos de convertirnos en su psicoterapeuta, estamos amando demasiado.

Cuando leemos un libro de autoayuda y subrayamos todos los pasajes que lo ayudarían a él, estamos amando demasiado.

Cuando no nos gustan muchas de sus conductas, valores y características básicas, pero las soportamos con la idea de que, si tan sólo fuéramos lo suficientemente atractivas y cariñosas, él querría cambiar por nosotras, estamos amando demasiado.

Cuando nuestra relación perjudica nuestro bienestar emocional e incluso, quizá, nuestra salud e integridad física, sin duda estamos amando demasiado.


Fragmentos.

En este libro, al igual que en tantos libros de "autoayuda", hay una lista de pasos a seguir a fin de cambiar. Si usted decide que realmente desea seguir esos pasos, necesitará - como en todo cambio terapéutico - años de trabajo y nada menos que su dedicación total. No hay atajos para salir del patrón de amar demasiado en el que usted está atrapada.

(...)

Amar demasiado no sifnifica amar a demasiados hombres, ni enamorarse con demasiada frecuencia, ni sentir un amor genuino demasiado profundo por otro ser. En verdad, significa obsesionarse por un hombre y llamar a esa obsesión "amor", permitiendo que esta controle nuestras emociones y gran parte de nuestra conducta y, si bien comprendemos que ejerce una influencia negativa sobre nuestra salud y nuestro bienestar, nos sentimos incapaces de librarnos de ella. Significa medir nuestro amor por la profundidad de nuestro tormento.

(...)

Es el grado de secreto - la incapacidad de hablar sobre los problemas -, más que la severidad de los mismos, lo que define el grado de disfuncionalidad que adquiere una familia y la gravedad del daño provocado a sus miembros.

Una familia disfuncional es aquella en que los miembros juegan papeles rígidos y en la cual la comunicación está severamente restringida a las declaraciones que se adecuan a esos roles. Los miembros no tienen libertad para expresar todo un espectro de experiencias, deseos, necesidades y sentimientos, sino que deben limitarse a jugar el papel que se adapte al de los demás miembros de la familia. En todas las familias hay papeles, pero a medida que cambian las circunstancias, los miembros también deben cambiar y adaptarse para que la familia siga siendo saludable. De esa manera, la clase de atención materna que necesita una criatura de un año será sumamente inadecuada para un adolescente de trece años, y el papel materno debe alterarse para acomodarse a la realidad. En las familias disfuncionales, los aspectos principales de la realidad se niegan, y los papeles permanecen rígidos.

Cuando nadie puede hablar sobre lo que afecta a cada miembro de la familia individualmente y a la familia como grupo - es más, cuando tales temas son prohibidos en forma implícita (se cambia el tema) o explícita ("¡Aquí no se habla de esas cosas!") - aprendemos a no creer en nuestras propias percepciones o sentimientos. Como nuestra familia niega la realidad, nosotros también comenzamos a negarla. Y eso deteriora severamente el desarrollo de nuestras herramientas básicas para vivir la vida y para relacionarnos con la gente y las situaciones. Es ese deterioro básico lo que opera en las mujeres que aman demasiado. Nos volvemos incapaces de discernir cuándo alguien o algo no es bueno para nosotros. Las situaciones y la gente que otros evitarían naturalmente por peligrosas, incómodas o perjudiciales no nos repelen, porque no tenemos manera de evaluarlas en forma realista o autoprotectora.

(...)

Características típicas de mujeres que aman demasiado:

1. Típicamente, usted proviene de un hogar disfuncional que no satisfizo sus necesidades emocionales.


2. Habiendo recibido poco afecto, usted trata de compensar indirectamente esa necesidad insatisfecha proporcionando afecto, en especial a hombres que parecen, de alguna manera, necesitados.


3. Debido a que usted nunca pudo convertir a su(s) progenitor(es) en los seres atentos y cariñosos que usted ansiaba, reacciona profundamente ante la clase de hombres emocionalmente inaccesibles a quienes puede volver a intentar cambiar, por medio de su amor.


4. Como le aterra que la abandonen, hace cualquier cosa para evitar que una relación se disuelva.


5. Casi ninguna cosa es demasiado problemática, tarda demasiado tiempo o es demasiado costosa si "ayuda" al hombre con quien usted está involucrada.


6. Acostumbrada a la falta de amor en las relaciones personales, usted está dispuesta a esperar, conservar esperanzas y esforzarse más para complacer.


7. Está dispuesta a aceptar mucho más del cincuenta por ciento de la responsabilidad, la culpa y los reproches en cualquier relación.


8. Su amor propio es críticamente bajo, y en el fondo usted no cree merecer la felicidad. En cambio, cree que debe ganarse el derecho de disfrutar de la vida.


9. Necesita con desesperación controlar a sus hombres y sus relaciones, debido a la poca seguridad que experimentó en la niñez. Disimula sus esfuerzos por controlar a la gente y las situaciones bajo la apariencia de "ser útil".


10. En una relación, está mucho más en contacto con su sueño de cómo podría ser que con la realidad de su situación.


11. Es adicta a los hombres y al dolor emocional.


12. Es probable que usted esté predispuesta emocionalmente y, a menudo, bioquímicamente, para volverse adicta a las drogas, al alcohol y/o ciertas comidas, en particular los dulces.


13. Al verse atraída hacia personas que tienen problemas por resolver, o involucrada en situaciones que son caóticas, inciertas y emocionalmente dolorosas, usted evita concentrarse en su responsabilidad para consigo misma.


14. Es probable que usted tenga una tendencia a los episodios depresivos, los cuales trata de prevenir por medio de la excitación que proporciona una relación inestable.


15. No la atraen los hombres que son amables, estables, confiables y que se interesan por usted. Estos hombres "agradables" le parecen aburridos.

(...)

Es verdad en todos nosotros que, cuando sucede algo emocionalmente doloroso y nos decimos que la culpa es nuestra, en realidad estamos diciendo que tenemos control sobre ello: si nosotros cambiamos, el dolor desaparecerá.

(...)

La gente hambrienta (Desesperadamente hambrienta de amor y aprobación, y familiarizada con el rechazo) hace malas compras. 


(...)


Antes de su recuperación, una mujer que ama demasiado, por lo general:


1. Pregunta "¿Cuánto me ama (o necesita)?" y no "¿Cuánto lo quiero?"


2. La mayoría de sus interacciones sexuales con él están motivadas por "¿Cómo puedo hacer que me ame (o necesite) más?"


3. Su impulso de entregarse sexualmente a otros a quienes percibe como necesitados, puede dar como resultado una conducta que ella misma considera promiscua, pero esta apunta principalmente a la gratificación de otra persona, en lugar de a ella misma.


4. El sexo es una de las herramientas que usa para manipular o cambiar a su pareja.


5. A menudo las luchas de poder de la manipulación mutua le parecen muy excitantes. Se comporta en forma seductora para conseguir lo que quiere y se siente estupendamente cuando da resultado y muy mal cuando no es así. El hecho de no obtener lo que quiere por lo general la lleva a esforzarse más.


6. Confunde angustia, miedo y dolor con amor y excitación sexual. A la sensación de tener un nudo en el estómago la llama "amor".


7. Se excita a partir de la excitación de él. No sabe sentirse bien por sí misma; de hecho, se siente amenazada por sus propios sentimientos.


8. A menos que tenga el desafío de una relación no gratificante, se vuelve inquieta. No la atraen sexualmente los hombres con quienes no lucha. En cambio, los llama "aburridos".


9. A menudo forma equipo con un hombre de menor experiencia sexual, para poder sentirse en control.


10. Anhela la intimidad física, pero debido a que teme verse envuelta por otro y/o abrumada por su propia necesidad de afecto, sólo se siente cómoda con la distancia emocional creada y mantenida por la tensión de la relación. Se vuelve temerosa cuando un hombre está dispuesto a acompañarla emocional y sexualmente. Huye de él o bien se aleja.


(...)


Hacen falta intereses comunes, valores y objetivos comunes, y capacidad para una intimidad profunda y duradera si se desea que el encantamiento erótico inicial de una pareja a la larga se transforme en una devoción afectuosa y comprometida que soporte el paso del tiempo.


(...)


El precio que pagamos por la pasión es el miedo, y el mismo dolor y el mismo miedo que alimentan al amor apasionado también pueden destruirlo. El precio que pagamos por un compromiso estable es el aburrimiento, y la misma seguridad y la solidez que cimentan una relación así también pueden hacerla rígida y sin vida.


(...)


Por otra parte, nuestra cultura otorga un viso romántico al sufrimiento por amor y a la adicción a una relación (canciones populares, ópera, literatura clásica, telenovelas...)


(...)


Necesitamos desarrollar conscientemente una forma de relacionarnos con más madurez y abierta que la que parece apoyar nuestro medio cultural, para poder cambiar el torbellino y la excitación por una intimidad más profunda.


(...)


Esta clase de carga - las chispas, la atracción, el impulso de estar con esa otra persona y de hacer que la relación funcione - no está presente en la misma medida en las relaciones más saludables y satisfactorias, porque no representan todas las posibilidades de saldar viejas cuentas y de prevalecer sobre lo que una vez fue abrumador. Esta emocionante posibilidad de rectificar viejos errores, de recuperar el amor perdido y de ganar una aprobación reprimida es lo que, para las mujeres que aman demasiado, constituye la atracción inconsciente que subyace al hecho de enamorarse.


(...)


La ayuda es el lado soleado del control.


(...)


El patrón de desarrollar relaciones en las cuales su papel es comprender, alentar y mejorar a su pareja es una fórmula muy utilizada por las mujeres que aman demasiado, y por lo general produce exactamente lo contrario al resultado esperado.


(...)


"Al principio yo estaba tan vacía que sentía como si el viento me atravesara. Pero con cada decisión que tomaba por mí misma, ese vacío comenzaba a llenarse un poco más. Tenía que averiguar quién era yo, qué me gustaba y qué no, qué quería para mí y para mi vida. No podía averiguar esas cosas a menos que tuviera tiempo para mí sola, sin nadie en quien pensar y por quien preocuparme, porque cuando había otra persona cerca yo prefería dirigir su vida en lugar de vivir la mía".


(...)


Para la mujer que ama demasiado, la práctica de la negación, magnánimamente expresada como "pasar por alto los defectos de él" o "mantener una actitud positiva", oculta la forma en que los defectos de él le permiten ejercer su papel deseado. Cuando el impulso de controlar se disfraza bajo la actitud de "ser útil" y "brindar apoyo", nuevamente lo que se ignora es la propia necesidad de superioridad y poder implícitos en esta clase de interacción.


Es necesario que reconozcamos que la práctica de la negación y el control, en cualquier forma que se los llame, no conduce a mejorar nuestra vida ni nuestras relaciones. Más bien, el mecanismo de la negación nos lleva a relaciones que permiten la representación compulsiva de nuestras viejas luchas, y la necesidad de controlar nos mantiene allí, tratando de cambiar a otra persona en lugar de cambiar nosotras mismas.


(...)


La verdadera aceptación de un individuo tal como es, sin tratar de cambiarlo mediante el aliento, la manipulación o la coacción, es una forma muy elevada del amor y, para la mayoría de nosotros, resulta muy difícil de practicar. En el fondo de todos nuestros esfuerzos para cambiar a alguien hay un motivo básicamente egoísta, una creencia de que a través de ese cambio seremos felices. No hay nada malo en desear ser felices, pero colocar la fuente de esa felicidad fuera de nosotros mismos, en las manos de otra persona, significa que evitamos nuestra capacidad y nuestra responsabilidad de modificar nuestra propia vida para bien.


(...)


Para que la esposa de un adicto al trabajo esté libre para vivir una vida plena, haga lo que haga su esposo, debe llegar a creer que el problema de él no es el suyo, y que no está en su poder, ni es su deber, ni su derecho cambiarle. Debe aprender a respetar el derecho que tiene él de ser quien es, aun cuando ella desee que sea distinto.


Al hacerlo, ella quedará libre: libre de resentimiento por la inaccesibilidad de él, libre de culpa por no ser capaz de cambiarle, libre de la carga de tratar incansablemente de cambiar lo que no puede. Con menos resentimiento y culpa es probable que ella empiece a sentir más afecto hacia él por las cualidades que sí aprecia.


Cuando ella deje de tratar de cambiarlo y reencauce su energía al desarrollo de sus propios intereses, experimentará cierto grado de felicidad y satisfacción, sin importar lo que él haga. A la larga quizá ella descubra que sus objetivos son suficientemente gratificantes y que puede disfrutar una vida plena y satisfactoria sola, sin mucha compañía de su esposo. O bien, a medida que se vuelva cada vez menos dependiente de él para su felicidad, ella puede decidir que su compromiso con un hombre ausente no tiene sentido y puede decidir proseguir su vida sin el constreñimiento de un matrimonio insatisfactorio. Ninguno de estos dos caminos es posible, mientras ella necesite que él cambie para ser feliz. Hasta que lo acepte tal como es, estará congelada en animación suspendida, esperando que él cambie para poder empezar a vivir su vida.


Cuando una mujer que ama demasiado se da por vencida en su cruzada de cambiar al hombre de su vida, entonces él queda solo para reflexionar en las consecuencias de su propio comportamiento. Como ella ya no está frustrada ni infeliz, sino que cada vez se entusiasma más con la vida, se intensifica el contraste con la existencia de él. Él puede elegir luchar por desembarazarse de su obsesión (...) o quizá no.


(...)



El camino hacia la recuperación.


1. BUSQUE AYUDA.


Hacer algo, dar el primer paso, extender la mano. Deje a su pareja fuera del asunto, no lo amenace.


Abandone de forma temporal la idea de que puede arreglárselas sola. Busque un terapeuta, ingrese en un grupo de autoayuda.


No ponga fin a la relación si la tiene, a medida que siga estos pasos, del uno al diez, la relación se encargará de sí misma.

2. HAGA QUE SU RECUPERACIÓN SEA LA PRIMERA PRIORIDAD EN SU VIDA.

Requiere un compromiso total con usted misma. Esto la ayudará a valorar y promover su propio bienestar.

Lea libros sobre el tema, vaya a conferencias, averigüe... Con la comprensión viene la oportunidad de elegir. A mayor comprensión, mayor libertad.


Requiere la voluntad de invertir tiempo y dinero en recuperarse.


Suspenda el uso de sustancias que alteran la mente durante el período de recuperación, pues le impedirán experimentar totalmente las emociones que aflorarán en usted. La mayor parte del "trabajo" de terapia ocurre durante las horas en que usted no está en el grupo ni en la sesión.


3. BUSQUE UN GRUPO DE APOYO INTEGRADO POR PARES QUE LA ENTIENDAN.
Un grupo es un lugar donde trabajar para su propia recuperación.

La empatía sola no provocará la recuperación. Un buen grupo de apoyo se dedica a ayudar a mejorar a todas las que asisten e inclusive a algunos miembros que han logrado cierto grado de recuperación y que pueden compartir con las recién llegadas los principios por los cuales lo lograron.

Asuma un compromiso, asista a un mínimo de 6 reuniones antes de decidir que el grupo no tiene nada que aportarle. Debe ser regular, sentir cierto nivel de confianza y ser sincera.

Al identificarse con las demás y aceptarlas a pesar de sus defectos y secretos, usted podrá aceptar más esas características y sentimientos en usted misma.

Existe además un elemento importante: el humor.

4. DESARROLLE SU LADO ESPIRITUAL MEDIANTE LA PRÁCTICA DIARIA.

Significa distintas cosas para las distintas personas. Incluye cualquier cosa que la lleve más allá de sí misma, hasta una perspectiva más amplia de las cosas. Averigüe qué es lo que le da paz y serenidad y dedique un poco de tiempo, al menos media hora diaria, a esa práctica.

Hay más fuerza en el grupo que la que pueda tener cualquiera de ustedes por separado.
5. DEJE DE MANEJAR Y CONTROLAR A LOS DEMÁS.
6. APRENDA A NO "ENGANCHARSE" EN LOS JUEGOS.
Los juegos son formas estructuradas de interacción que se emplean para evitar la intimidad.

Los papeles que juegan las mujeres que aman demasiado y sus parejas son variedades de las posiciones de rescatador, perseguidor y víctima.

Reaccione en una forma que ponga fin al juego. Dado que nadie puede mantener dos pensamientos distintos al mismo tiempo, Mary descubrió que al dedicar sus pensamientos a las palabras tranquilizadoras de la afirmación, se calmaba e incluso se relajaba.

Ahora usted debe desarrollar nuevas maneras de comunicarse con usted misma y con los demás, maneras que demuestren su voluntad de asumir responsabilidad por su vida.

Necesitará toda la energía liberada al renunciar al hecho de dirigir y controlar a los demás (punto 5).
7. ENFRENTE CON CORAJE SUS PROPIOS PROBLEMAS Y DEFECTOS.

Examine a fondo su vida actual, tanto lo que la hace sentir bien como lo que la hace sentir incómoda o infeliz. Examine el pasado, recuerdos, logros, fracasos. Examínelo todo por escrito.
8. CULTIVE LO QUE NECESITE DESARROLLAR EN USTED MISMA.

No esperar el apoyo de él. Actúe como si no tuviera nadie más que usted misma en quien apoyarse. Cubra todas las contingencias sin usarlo a él como recurso (¡ni como excusa!).

Actúe en pro de sus intereses. Corra riesgos (conocer gente, volver a un aula...)

De vez en cuando tendrá que enfrentar el terrible vacío que aflora cuando usted no está concentrada en otra persona. Permítase sentirlo, en toda su intensidad (de otro modo, usted buscará otra manera dañina de distraerse). Abrace el vacío y sepa que no siempre se sentirá así, y que con sólo estarse quieta y sentirlo comenzará a llenarlo con la calidez de la autoaceptación.
9. VUÉLVASE "EGOÍSTA".
Al comenzar a ponerse en primer lugar, usted debe aprender a tolerar la ira y la desaprobación de los demás. No discuta, no se disculpe ni trate de justificarse. Manténgase lo más serena y alegre que le sea posible y siga con sus actividades.
10. COMPARTA CON OTROS LO QUE HA EXPERIMENTADO Y APRENDIDO.

Eso no significa aconsejar, sino sólo explicar lo que dio resultado para usted.

Usted podría sufrir una recaída sin una vigilancia constante. Trabajar con recién llegadas contribuye a mantenerla en contacto con el grado de enfermedad que tuvo una vez, y con lo mucho que ha progresado. Evita que usted niegue lo malo que fue en realidad, porque la historia de una recién llegada será muy parecida a la suya, y usted recordará con compasión, por ella y por usted misma, cómo era.

...............

La recuperación es un proceso de por vida y una meta que luchamos por alcanzar, no que logramos de una vez por todas.
Características de una mujer que se ha recuperado de amar demasiado:
1. Se acepta por completo, aun cuando desea cambiar partes de sí misma. Hay un amor propio y una autoconsideración básicos, que ella alimenta con cuidado y expande con decisión.
2. Acepta a los demás tal como son, sin tratar de cambiarlos para satisfacer sus propias necesidades.

3. Está en contacto con sus sentimientos y actitudes en todos los aspectos de su vida, inclusive la sexualidad.
4. Atesora cada aspecto de sí misma: su personalidad, su apariencia, sus creencias y principios, su cuerpo, sus intereses y logros. Se autoaprueba, en lugar de buscar una relación que le otorgue una sensación de valor propio.
5. Su autoestima es lo suficientemente grande para que pueda disfrutar la compañía de los demás, especialmente de los hombres, que le parecen bien tal como son. No necesita que la necesiten para sentirse digna.
6. Se permite ser abierta y confiada con la gente apropiada. No teme que la conozcan en un nivel personal profundo, pero tampoco se expone a la explotación de quienes no se interesan por su bienestar.
7. Se pregunta: "¿Esta relación es buena para mí? ¿Me permite llegar a ser todo lo que soy capaz de ser?"
8. Cuando una relación es destructiva, es capaz de renunciar a ella sin experimentar una depresión incapacitante. Tiene un círculo de amigos que la apoyan e intereses sanos que la ayudan a superar la crisis.
9. Valora su propia serenidad por sobre todas las cosas. Todas las luchas, el drama y el caos del pasado han perdido su atracción. Se protege a sí misma, su salud y su bienestar.
10. Sabe que una relación, para que funcione, debe darse entre dos personas que compartan objetivos, intereses y valores similares, y que tengan capacidad para la intimidad. Sabe también que ella es digna de lo mejor que le pueda ofrecer la vida.


Los nuevos hombres nuevos. Cómo adaptarse a los tiempos de igualdad

Destino | 2008 ― No FicciónHumanidades
400 páginas 
El autor de Mi marido me pega lo normal y actual número dos del Ministerio de Igualdad nos explica la progresiva transformación del varón en nuestra sociedad.
Un libro en el que explica la progresiva transformación del varón en nuestra sociedad. Con un análisis claro y sin disimulos (incluye asuntos tan espinosos como la creciente violencia contra las mujeres o los problemas legales de los hombres separados para acceder a la custodia compartida de sus hijos), este libro crea un retrato robot de la nueva masculinidad, alejada de los egoísmos, atavismos y brutalidades que deberían ser cosa del pasado, pero que tristemente siguen siendo actualidad.
El asunto más urgente y crucial de nuestra sociedad es el de la redefinición del papel de los hombres. Nadie como Miguel Lorente para explicarnos esa transformación, sus dificultades y sus esperanzas. El mensaje del libro, aun siendo realista, es positivo y esperanzador.


Tú haz la comida, que yo cuelgo los cuadros

Crítica | 2014 ― No FicciónActualidad
288 páginas 
No es de extrañar que muchas mujeres jóvenes, y no tan jóvenes,  piensen que no viven en un mundo machista porque, gracias a la lucha de otras mujeres en el pasado, existe la igualdad de sexos en nuestra sociedad. Sin embargo, Miguel Lorente, médico forense y acreditado experto en violencia de género, nos explica que, aunque todavía no sean conscientes de ello, seguramente esas jóvenes ya se encuentran atrapadas en situaciones no igualitarias y seguirán encontrando palos en las ruedas a medida que traten de avanzar en sus carreras profesionales, y también en sus vidas privadas; del mismo modo que muchas de las mujeres de más edad que antes soñaron la libertad, no han podido salir de los espacios y estereotipos que las atraparon.
En estos años hemos aprendido a identificar las consecuencias de varios factores como la discriminación, los resultados más graves de la violencia o la desigualdad salarial; no obstante, no conocemos las trampas que la cultura tiene distribuidas por el terreno de la convivencia para que todo transcurra de la forma prevista y dentro de los límites establecidos para hombres y mujeres.
No hay inercia en el la lucha contra lo establecido: dejar de actuar significa retroceder. La situación nos muestra que queda mucho por hacer, no sólo en el abordaje de las manifestaciones de la desigualdad, sino, y sobre todo, en la transformación de las circunstancias que dan lugar a ellas.
En Tú haz la comida, que yo cuelgo los cuadros se muestran las trampas que esconde nuestro mundo, unas directrices aparentemente menos rígidas que antaño pero que tienen la misma finalidad de siempre: que nadie se salga del sistema establecido. Estos ardides, aunque ideados para controlar a mujeres, también están despertando el rechazo de algunos hombres que no quieren encajar en los roles tradicionales. Y es que, tal y como decía Simone de Beauvoir, «el problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres».