"No son enfermos mentales. Si lo fueran, tendrían antecedentes de agresión a otras personas. (...) Y sin embargo, sólo descargan la violencia contra sus mujeres. (...)"

Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia.

Mahatma Gandhi. 1869-1948. Político y pensador indio.


Nadie puede amar sus cadenas, aunque sean de oro puro.

John Heywood

domingo, 17 de enero de 2010

ENLACES DE INTERES

http://www.psicogenero.com/

CATEGORIA DEL MALTRATADOR

Una investigación de los psicólogos norteamericanos, el Dr. John Gottman y Dr. Neil Jacobson. Señalan que los hombres maltratadores caen en dos categorías: pitbull y cobra, con sus propias características personales:


Pit bull:
  • Solamente es violento con las personas que ama
  • Celoso y tiene miedo al abandono
  • Priva a pareja de su independencia
  • Pronto ora, vigilar y atacar públicamente a su propia pareja
  • Su cuerpo reacciona violentamente durante una discusión
  • Tiene potencial para la rehabilitación
  • Posiblemente tuvo un padre abusivo.
Cobra:
  • Agresivo con todo el mundo
  • Se calma internamente, según se vuelve agresivo
  • Difícil de tratar en terapia psicológica
  • Uno depende emocionalmente de otra persona, pero insiste que su pareja haga lo que él quiere.
  • Abusa de alcohol y drogas.

El pitbull espía a su mujer, es celópata, cae bien a todas las personas, excepto a sus novias o esposas.
El cobra es un sociópata, frío, calculador, puede ser cálido.
El maltrato no cesa por sí solo.

SEÑALES DE ALARMA


La manipulación es siempre una agresión hostil. Es un ejercicio solapado, arbitrario y abusivo del poder. Aquí algunas características que suelen repetirse en las personalidades manipuladoras:

* Jamás reconocen sus errores. No admiten críticas de ningún tipo.
* Carecen de empatía. No tienen en cuenta las necesidades, demandas y deseos de los otros aunque proclamen lo contrario.
* Son muy permisivos consigo mismos y muy intolerantes con los demás. Las reglas están para que las cumplan los otros.
* Sus demandas son imperativas.
* Son muy eficaces en lograr sus fines a costa de otras personas.
* Critican constantemente a todos y a todo de manera sutil o abierta.
* Son egocéntricos.
* La mentira es uno de sus principales recursos.
* Son generalmente impredecibles. Nunca se sabe qué es lo que los enoja y cómo actuarán en consecuencia. * Pueden ser muy celosos y controladores.
* Tienden a acusar a la persona vulnerable de sus defectos o errores.
* Algunos utilizan la seducción en forma de halagos o regalos otros seducen a través de una imagen de seguridad o protección.
* Culpan constantemente a los demás. Suelen sembrar cizaña.

SOBREVIVIR A LA CONVIVIENCIA

¿Cómo sobrevivir a la convivencia con un manipulador?
Gloria: Lo principal es entender que no lo va a cambiar. Hacer el duelo por no alcanzar una relación ideal con él. Cuando la víctima en su interior dice "basta" aunque siga bajo el radio de influencia del manipulador le cortó el poder. Es como si dijera: "Te descubrí: hagas lo que hagas y digas lo que digas ya no me afecta. No soy tu títere. Por primera vez puedo ser yo".

MOTIVAR O MANIPULAR

¿Cuál es la diferencia entre motivar y manipular?
El recurso de manipular es la potencia del impotente. Cuando uno puede motivar, potenciar al otro no es una manipulación. Por ejemplo, un jefe puede ser un gran motivador. Quiere obtener un buen resultado del trabajo de su empleado y lo impulsa a crecer. No quiebra su voluntad.

¿Nuestra cultura fomenta la manipulación?


No sé si la fomenta pero la permite. La burla hacia el otro, la agresión verbal, por ejemplo, son pautas de comportamiento aceptadas y eso es grave. El libro tuvo mucha repercusión. A 15 días de la primera edición ya está en la calle la segunda. Es evidente que algo pasa.

VULNERABLE AL DOMINIO

¿Hay gente más vulnerable al dominio de un manipulador?
Sí. Tanto el manipulado como el manipulador parten de alguna carencia afectiva o emocional en su infancia. El manipulador aprendió a usar el poder sobre el otro. Y el manipulado aprendió a hacer todo para ser querido y aceptado. La víctima es la persona servicial que siempre se carga de trabajo. El manipulador en cambio exige que lo quieran. Y el manipulado hace todo lo posible para complacer y ser amado. El manipulador aprovecha ese punto vulnerable y lo descalifica. Haga lo que haga o diga lo que diga el manipulado será censurado.

DENOMINADOR COMUN EN LOS MANIPULADORES

¿Cuál es el denominador común en todos los manipuladores?
La descalificación permanente del otro y el dominio. El manipulador toma a una persona y la cosifica (Cosificar=Considerar a una persona cómo una cosa). Esa persona pierde su voluntad, empieza a pensar y sentir en función del manipulador.

La víctima se transforma en una prolongación del manipulador. Y puede enfermarse porque el contacto permanente con un manipulador es un factor estresante muy fuerte y poderoso.

LA TIRANIA DEL MANIPULADOR

"Cuando caes en la trampa de un manipulador y no puedes salir, corres el riesgo de enfermarte", advierte la psicóloga Gloria Husmann, terapeuta individual y familiar con formación sistémica. Ella es la autora, junto a la socióloga Graciela Chiale de “La trampa de los manipuladores” . -

"Investigamos durante más de un año y llegamos a identificar 14 tipos de manipuladores pero pueden haber más variantes", agregan . En una charla con Mujer dijeron "todos manipulamos" sin embargo cruzaron con una definición las zonas más grises de un vínculo para llamar a las cosas por su nombre:

"El manipulador ejerce influencia sobre el otro induciéndolo a tomar decisiones o a asumir comportamientos de manera diferente, incluso opuesta de como lo hubiera hecho a partir de su propia decisión". La víctima se transforma en una marioneta bajo el poder del manipulador. Está en riesgo. Hay distintos tipos de manipuladores: el despótico, el seductor, el explosivo, el desvalido, entre otros. Las tipologías cizañera y víctima son más comunes en la mujer. La cizañera es aquella experta en sembrar dudas por ejemplo. Y la mujer víctima se da bastante en las madres mayores que hacen sentir a sus hijos que las están abandonando. Son las que dicen: "Ustedes diviértanse, no importa que yo me quede acá sola hagan su vida".

Y en el caso de los hombres el despótico autoritario es un tipo de manipulador que encaja muy bien en la personalidad masculina. Y también el que se hace el culto. El que menciona títulos de libros y autores que en su vida ha leído porque suena lindo. El objetivo es hacer sentir a los otros unos ignorantes.

Psicodinámica de la relación víctima-victimario


En el cortejo todo parece normal, y hasta maravilloso, pero no es así, en realidad no se trata de dos enamorados, sino de dos personas enfermas, que se están enganchando en una relación dependiente-codependiente y la atracción es parte de la enfermedad. La víctima, por un lado, necesita sentirse segura, amada, protegida, tiene miedo al rechazo y al abandono, y busca a una persona segura, fuerte, protectora en grado superlativo, o que cuando menos lo aparente. Por otro lado, tenemos una persona carismática que aparenta mucha seguridad, autoestima, fortaleza, amabilidad. Pero en realidad es insegura, y dependiente, dominante, que tiene miedo de ser abandonado y necesita controlar a su pareja para sentirse seguro. Que encuentra en la víctima cualidades que el no tiene. El cortejo funciona basándose en apariencias, ambos se complementan, aparentemente; en realidad es como el canto de las sirenas, porque es una relación enferma, ambos están juntos para cubrir sus propias carencias. Uno de ellos que está dispuesto a dar todo y el otro nada. Cuando ya están enganchados aparecen las agresiones. La primera reacción de la víctima es paralizarse ante la confusión causada por el maltrato de quien dice amarla. Trata de justificar la agresión y acepta la culpa y el castigo, así permite que la siga agrediendo. El agresor la aleja de amigos y familiares para controlarla, la víctima hace todo lo que el agresor quiere para evitar conflictos, pero haga lo que haga, su pareja estará inconforme. La víctima guarda silencio por vergüenza y para evitar preocupaciones a sus seres queridos o para evitar conflicto entre estos y su pareja. Generalmente, el agresor no se muestra violento todo el tiempo, tiene cambios en los que es afectuoso y hasta encantador. Esto mantiene la esperanza de que cambiará y de que la quiere. Por lo que se queda en la relación porque cree que el agresor puede cambiar.


Así, el siguiente ataque la toma desprevenida y sufre profundamente al sentirse nuevamente burlada. Por muy sumisa que sea la víctima, no puede contener la ira toda la vida y empieza a reaccionar ante la agresión de tres formas: auto agresión, contra-ataque y ataque a un inocente. De seguir juntos ambos se irán destruyendo día con día.

Terapia de la imperfección

Los victimarios son ajenos a los sentimientos de comprensión y perdón, son fríos, calculadores, su discurso es un tratado sobre la intransigencia y del ideal de perfección. Esta necesidad les impide reconocer y aceptar sus errores. Algunos, en un momento reconocen su agresión pero no logran detenerla solos. Ambos rechazan su humanidad. La víctima en el fondo está enojada consigo misma por permitir la agresión, y se sigue castigando por ello. Parábola del hijo pródigo.


Ambos necesitan ayuda para aprender a conocerse, a validarse, a aceptarse limitados. Cambiar de la postura existencial de pedirle a la vida, a la de responderle a la vida. Hacerse responsables de su propia existencia, y auto trascendencia. Sobre todo darse cuenta de que siempre se puede aprender a vivir diferente.

Psicodinámica de la víctima


En la infancia temían que sus padres murieran o no regresaran, y las abandonaran. En sus relaciones de pareja, desarrollan el mismo miedo a la pérdida, temen ser abandonadas por su pareja o perder a sus hijos. Son perfeccionistas, saben que no alcanzarán esa perfección, y se desprecian y se castigan por ello. El permitir la agresión no tiene que ver directamente con su nivel de inteligencia, preparación profesional, edad o nivel socioeconómico. Pero es frecuente encontrar en su historia una educación con principios morales y religiosos rígidos: por lo que pueden estar convencidas de que el sufrimiento es la cruz que deben cargar y que el matrimonio siempre, sin importar sus circunstancias, debe seguir hasta que la muerte los separe. Aprendieron que Dios es el padre del conductismo, que está pendiente de sus errores, a los que concibe como pecados, que merecen castigo y sólo serán perdonados en la medida de su sufrimiento.

También encontramos las que aprendieron que lo más importante es la aceptación de su grupo social, por lo que deben aparentar una relación feliz, aunque la realidad puede ser un secreto a voces. O las que están dispuestas a vivir una relación violenta a cambio de la seguridad económica, porque es lo normal. Cayendo con esta carga ideológica, cultural y social de determinismos en un sufrimiento innecesario. En estos contextos, la mujer es educada para la co-dependencia. Acostumbrada al dominio masculino. Hay también hombres que viven una relación destructiva. Pero su silencio es mayor. En ellos tampoco son criterios predictivos su preparación profesional, situación económica, edad, apariencia física o inteligencia, aunque si no tienen un buen nivel en las anteriores, es probable que se recrudezca la agresión. Generalmente de niños fueron abandonados física o emocionalmente por una persona significativa. Es probable que su baja autoestima se deba a una autoimagen deteriorada y errónea de sí mismo, que puede tener origen en una imagen paterna también devaluada, en las familias donde las mujeres son las fuertes, capaces y triunfadoras, y los hombres: débiles, inútiles, fracasados, aunque esto sea o no real. También puede deberse a la ausencia del padre, al que se considera un miserable, y no estará dispuesto a repetirlo; para evitarlo tolera todo, hasta lo intolerable. Él tiene que cumplir y ser un “buen hombre”. Lo más desconsolador es que hombres y mujeres cuyos padres tienen una relación de pareja destructiva, muy probablemente repetirán el modelo, aún cuando se hayan propuesto lo contrario. Se quedan en la relación agresiva porque en el fondo tienen la esperanza de que su pareja cambiará y ellos pueden influir. Si el agresor se vuelve temporalmente inofensivo y complaciente, creen que ha cambiado, sólo para recibir nuevamente una agresión. Otra razón para no terminar una relación violenta, es el sentimiento de culpa, pues la víctima cree que su pareja la necesita y no quiere verse como una mala persona; así habla la co-dependencia.


Desde la perspectiva perfeccionista, la víctima puede pensar que merece ser castigada, por ser incapaz de alcanzarla. Por lo que este tipo de persona puede ser la pareja complementaria de quien vive desde la prepotencia. También puede ser pareja complementaria de la personalidad prepotente, bajo una educación rígida, exigente, que rechaza la carencia, el error y la sensibilidad.


Con uno o ambos padres fríos, distantes, demandantes, condicionantes. Han cedido su responsabilidad y derecho a ser ellos mismos y viven para complacer a los demás, incapaces de decir "no", de poner límites, de expresar sus opiniones y sentimientos. Aprendieron a someterse para evitar conflictos, por eso, al ser reprendidos, aún injustamente, acaban pidiendo perdón.



Psicodinámica del victimario


No importa que tan exitoso pueda ser y tan seguro pueda parecer, interiormente un agresor siempre se auto-rechaza. Algunos buscan consciente o inconscientemente parejas a las que puedan dominar.
Su complejo de inferioridad es tan grande que necesitan demostrarse a ellos y a los demás que son superiores y perfectos y se comportan como pequeños dioses. Es común que una actitud exagerada esconda la actitud opuesta; por ejemplo, ante la impotencia aparece la prepotencia. Es muy probable que el agresor sea el último en reconocer que maltrata a su pareja, por lo que no asume su responsabilidad; más bien la culpa de todo, y él se justifica.

Esta psicodinámica puede tener su origen en dos extremos: la pedagogía venenosa y la educación sobreprotectora de las madres santas (Lammoglia) que les cumplen los caprichos, no les ponen límites, no les dan su responsabilidad, creando la idea de que vinieron a la vida a ser servidos y todo lo merecen sin esfuerzo.


Aunque parecen opuestas, ambas son controladoras, manipulan y no contemplan en sus hijos el desarrollo del ser. Modelándolos egoístas, irresponsables, inmaduros e infelices, ya que no promueven la auto trascendencia ni la búsqueda de sentido.


Son personas dispuestas a establecer relaciones largas, de hecho, no piensan, ni aceptan el divorcio. Pero trágicamente, de forma consciente o inconsciente hacen lo posible por destruir a la persona que dicen amar. Situación similar a la que se dio entre sus padres y ellos. Su yo débil no acepta sus sentimientos de tristeza, fragilidad y desvalimiento; por lo mismo odian las expresiones emocionales de su pareja y aunque la necesitan para que sea ella la que exprese su vulnerabilidad, al mismo tiempo la desprecian por ser débil, así consiguen que ella exprese los sentimientos que los avergüenzan y les muestran odio por expresarlos.


El agresor podrá aliviar su miedo al abandono, si logra que su pareja esté demasiado asustada para marcharse. Si su pareja propone la separación reacciona con promesas desesperadas, pidiendo perdón. Si no le funciona, se puede tornar más violento, buscando que se quede por miedo. En este punto, algunos, si asisten a terapia, pueden empezar honestamente un largo y difícil proceso de crecimiento. De otro modo sólo será una de tantas veces en las que el cambio dura poco.


Son tantas sus demandas y su insatisfacción, que su pareja se siente incapaz de hacer algo bien. No se da cuenta que él depende de ella muchísimo más que ella de él. Y por eso necesita controlarla. El temor de ser desplazado es tan grande que son excesivamente celosos, se obsesionan y buscan las pruebas del engaño presionando y atormentando a su pareja, les recriminan el más pequeño trato con el sexo opuesto, se hace un drama si por desgracia ésta recibe algún gesto de amabilidad.


Rechazan la calidez, franqueza, espontaneidad, alegría y toda virtud que tenga su pareja, porque él no las tiene y arremete contra ellas hasta desaparecerlas, gozando cuando esto ocurre. En ese momento la acusa de haber cambiado y ser amargada o aburrida. Aunque también puede halagar su cambio, porque le conviene su nueva personalidad apagada, solitaria y gris. Paradójicamente, él puede empezar a mostrar la antigua personalidad de la pareja.


Unos no piensan en el dolor que le provocan a su pareja, mientras ellos estén bien; estos son los egoístas. A otros los tiene sin cuidado. Lo que les interesa es sentirse superiores, para ocultar su baja autoestima; estos son crueles.


Es común que los agresores se describan a sí mismos totalmente opuestos a como los percibe su pareja. Puede atacarla con explosiones furibundas y describirse como tranquilo, armonioso y complaciente. Imagen que cuida ante los demás, por lo que la gente lo considera maravilloso y perfecto, esto confunde más a su pareja.


Los agresores poseen características comunes, pero también, diferencias como resultado de su individualidad. Algunos son espantosamente prepotentes y exigentes. Otros retraídos, poco exigentes pero manipuladores y egoístas. Unos son muy sociables y otros solitarios. Los que se la viven de parranda y los que no salen de su casa. Si tienen hijos pueden ser intolerantes, exigentes y agresivos, desentendidos, ausentes o consentidores, sobre todo para buscar alianzas y cubrir en ellos lo que él no tuvo.

Psicodinámica de la víctima y el agresor

Prepotencia: control y dominio.


Poder personal: reciprocidad y creación mutua (relación que a través de la comunicación asertiva promueve el desarrollo personal, la comprensión de uno mismo y del otro). Este tipo de relación es imposible sin la aceptación de uno mismo, y ésta no se logra nunca en las personas que tienen tendencias perfeccionistas.


La prepotencia es un modelo de cómo se cree que funciona el mundo. La persona espera obtener lo que desea dominando y aplastando a los demás. Es el resultado de la pedagogía llamada por Miller y Bradshaw, venenosa, y es un método tóxico para educar a los niños, controlando su conducta mediante el abuso de la prepotencia precisamente. Este tipo de “educación” provoca en los pequeños: intenso sufrimiento, baja autoestima, inseguridad, miedo, resentimiento, ira reprimida o desplazada, nunca se sienten suficientemente buenos, se sienten fuera de lugar, por lo que luchan hasta desgastarse por cumplir lo que les demandan, pero como nunca es suficiente para quien los educa, guardan dentro de sí sentimientos de impotencia, ira, tristeza y miedo constante a ser lastimados, rechazados o abandonados. Este miedo se puede convertir en control, o en necesidad imperiosa de ser aceptado. Si los niños crecen sin resolver éstos problemas, el auto rechazo y deseo de valía puede desarrollar tendencias perfeccionistas (Dr. Peter) que se pueden manifestar desde la prepotencia del que se cree perfecto, o el que se desprecia por no poder serlo y deposita este odio en los otros, especialmente, su pareja, de quien constantemente se defienden para no ser dominados o rechazados, y su mejor defensa es el ataque. O en el que cree que no merece nada por ser tan imperfecto y paga el amor con sumisión y servilismo, o haciéndose indispensable.


Además su ilusión de poderío y falsa estima, sólo se sostiene mientras tengan a quien dominar, devaluar, enjuiciar y condenar. Trágicamente, suelen estar desesperados por mantener su ilusión de poder y control, porque no conocen otra forma de sentirse “seguros”.


En el poder personal no se requiere de vencedores y vencidos, funciona en la reciprocidad y la comprensión más humana del ser. Las personas están orientadas hacia su ser limitado, aceptan sus errores, aprenden de ellos, aceptan la falibilidad de sí mismos y de los otros. Por esto al conocer a una persona prepotente intenta comprenderla, pero no aceptes la agresión y retírate a tiempo . Sin embargo, nadie es completamente maduro, ni se libra de ciertas tendencias perfeccionistas, que desde éste tipo de poder pueden manifestarse como excesiva aceptación o deseos de ayudar a esa persona a cambiar (actitudes que pueden facilitar la co-dependencia).


TIPOS DE COMUNICACION AGRESIVA

Éste tipo de agresión adopta diferentes formas y disfraces. Hay unas menos obvias, y reconocerlas es más difícil y más desorientadoras.

La agresión verbal se refiere a las palabras que atacan, hieren y hacen que una persona crea algo falso y devaluador de sí misma.
La agresión no verbal son todos aquellos comportamientos que niegan o contradicen las palabras amables del agresor. Hacen sentir a la persona confundida, tonta, abandonada, con miedo, inestable.


La hostilidad está en la forma en que el atacante se expresa y oculta sus verdaderos sentimientos: puede sonar honesto y sincero al prometer nunca más ser agresivo y volver a hacerlo, expresar que no está enojado y tener gesto de furia, puños cerrados, etc. Invitar a su pareja a salir y mostrarse hostil, indiferente, ausente, irritable o molesto.


- Es especialmente dolorosa cuando el atacante la niega; al dolor se añade la confusión, pues el agresor invalida la percepción de la víctima. Esto le provoca inseguridad y desconfianza de sus propios sentimientos, y ya sin brújula se paraliza.


- El menosprecio puede expresarse con aparente preocupación, consideración y sinceridad. Al creerle, la víctima va dudando de sus capacidades y olvidando sus planes.


- Es insidiosa, el agresor no tiene consideración, ni respeto por su víctima, la devalúa constantemente. Desde luego, no la ama.


- Retraimiento: no comunica los planes, aún los que competen a los dos, no comparte nada, abandona a su pareja, la excluye de su vida, se fuga en la televisión o computadora.


- Lleva la contraria cada vez que su pareja se atreve a tener opinión propia, imposibilitando todo acuerdo, toda posibilidad de cambio, invalida la percepción de la víctima y logra dominarla.


- Menosprecia las habilidades, capacidades, opiniones, sentimientos, necesidades y experiencia de su pareja mostrando enojo e indignación, la víctima no comprende donde estuvo su error. La invalida para no perder el control y dominio sobre ella.


- Ataque disfrazado de broma: éste tipo de agresión no se realiza en broma, no parece gracioso porque no lo es, hiere las áreas más sensibles de las personas, generalmente en público, el agresor exhibe las características que sabe afectarán a la víctima. Si lo logra, mostrará un rostro de triunfo. Si su pareja hace algún comentario al respecto, la acusará de no tener sentido del humor.


- Bloquear o distraer: el atacante decide lo que se puede o no discutir, puede exigir que no se toque un tema, guardar silencio y retirarse cada vez que su pareja intenta hablar o cambia de conversación.


- Acusar y culpar: el agresor acusa a su pareja de hacer mal las cosas, haciéndola responsable de su furia e irritación. Lo que desde luego es mentira.


- Juzgar y criticar: consiste en expresar su juicio crítico de manera muy hostil, parece que señala a la pareja algo útil, pero lo que hace realmente es expresar rechazo.


- Minimizar: todo lo que dice o hace la pareja lo hace parecer insignificante, expresa la agresión con un tono de voz tan sincero que resulta difícil detectar la hostilidad. Puede ser tan sutil que la pareja se siente frustrada y deprimida sin saber por qué.


- Boicotear: manipular a la pareja trayendo sus peores miedos, que involucran dolor y pérdida.


- Olvidar: no recordar acciones que impactaron a su pareja, ni logros de la misma, olvidar promesas y eventos importantes.


- Ordenar: es negar la igualdad y la autonomía de la pareja dando ordenes violentas y pensando que su pareja está ahí para cumplirlas.


- Amenazar: con quitarse la vida, con quitar, o dañar un bien valioso para la pareja, golpearla y hasta matarla.

COMUNICACIÓN AGRESIVA EN LA PAREJA

¿Quién ha sido o es víctima de agresión?
¿Quién vive una relación violenta?
¿Qué tan difícil es contestar éstas preguntas?

Puede ser muy difícil, porque, ¿a quién le gusta reconocer que vive una relación tormentosa? Para evitar ese choque emocional nuestra psique crea, como primer recurso defensivo, la negación, por eso podemos reconocer fácilmente la agresión que está viviendo otra persona, nos indigna, enoja, frustra y nos preguntamos, ¿cómo es posible que la tolere, que no ponga límites, no se defienda, o no se vaya?


La negación pone un velo que impide aceptar que vivimos una relación de pareja agresiva.


La negación puede darse por varias razones:


- Si la persona reconociera que está siendo agredida, tendría que hacerse responsable y verse obligada a tomar decisiones, que por el momento no quiere o no puede tomar.


- Puede negar la agresión porque es el modelo que tiene (“el que te quiere te pega”), o también porque la sociedad y familia le demandan que para ser valiosa debe tener un hombre que la proteja y de la cara por ella, y se queda en una relación que en realidad no le proporciona nada de esto. Además ha aprendido que es valiosa si es elegida y si mantiene junto a “su hombre”, de otro modo es una fracasada.


- Tal vez la agresión es el único tipo de interacción que conoce y no la identifica como violencia. Cuando la persona ha vivido cotidianamente en un ambiente hostil y ha recibido agresión de parte de quienes, se supone, debieran amarla y protegerla, tristemente, puede considerarlo “normal”, “acostumbrarse” y llegar a creer que es lo que “merece”.


- Es especialmente difícil reconocer la agresión cuando no se trata de violencia física, o de palabras evidentemente ofensivas.


- Cuando el victimario niega la agresión, cuando se justifica echándole la culpa a la víctima, o la disfraza de preocupación y buena intensión la víctima acaba confundida. Sobre todo cuando a la agresión le sigue una muestra de “arrepentimiento” del agresor y una promesa de cambio.


- La víctima quiere creer que su pareja la ama y para ello tiene que negar la agresión y el dolor que ésta le causa.


Por desgracia, la negación le permite quedarse en una relación que la irá destruyendo poco a poco. De la que difícilmente podrá salir.

Éste trabajo se escribió con la intención de facilitar la identificación de la agresión “disfrazada” y “oculta”, detenerla, pero sobre todo para compartir la posibilidad de aprender a vivir diferente.

La comunicación es el elemento esencial de las relaciones humanas. Como lo explica su primer axioma “todo es comunicación, por lo tanto, es imposible no comunicar”. Todo nuestro comportamiento comunica.


A través de ella nos conocemos y nos damos a conocer: mostramos lo que somos, pensamos, sentimos, nuestros miedos, carencias, etc. Es el medio por el cual nos vinculamos con nosotros mismos y con los otros.


Toda interacción es comunicación, así la agresión también es comunicación. Por lo tanto el conocer las características de una nos ayudará a identificar la existencia de la otra.

1. La comunicación se divide en verbal y no verbal. La comunicación verbal es lo que se expresa literalmente a través de las palabras. La no verbal comprende: tono de voz, ritmo al hablar, la secuencia de nuestras acciones, la expresión facial y corporal, la mirada, el silencio, la forma de vestir, de caminar, etc. Ésta es la que tiene mayor impacto en el receptor. Generalmente el mensaje no verbal escapa de la voluntad y hasta de la conciencia del emisor. Y es probable que sea recibido también de forma poco consciente algunas veces. Existe una dificultad en expresar con palabras todo lo que sentimos; sin embargo, lo expresamos a través de nuestro lenguaje no verbal. Debe haber congruencia entre estos dos mensajes de lo contrario creará confusión en quien los recibe (dobles mensajes).


2. La meta comunicación es otro elemento importante y consiste en el mensaje dentro del mensaje. Éste lleva implícito lo que el emisor piensa y siente acerca de sí mismo, del mensaje y del receptor, muestra la perspectiva del que emite el mensaje.


3. La subjetividad característica del ser humano se expresa en la manera de interpretar el mensaje (decodificación)


4. Los niveles de comunicación: instrumental, descriptivo, de opinión, afectivo e íntimo. Se puede hablar de que existe una relación de pareja cuando existe intimidad emocional y ésta sólo se logra cuando se comunican en el nivel íntimo, sin embargo muy pocas parejas tienen ese nivel de comunicación.


5. La comunicación asertiva es necesaria para tener una relación funcional; por desgracia, también es poco frecuente.


La comunicación agresiva


El abuso verbal y no verbal son un tipo de golpes que no dejan huella física, en un primer momento, pero más dolorosos y más difícil su recuperación. La víctima no tiene nada palpable que haga evidente el ataque (moretón) esto facilita el juego de la negación-confusión.


Es un instrumento de control para obtener poder sobre la otra persona. Y puede ser abierta o encubierta.


En las parejas se presenta el intercambio de roles de víctima-victimario. Pero puede darse de forma estereotipada.

Génesis de la comunicación agresiva

La comunicación agresiva brota generalmente de la represión de una agresión profunda, generada muchos años atrás, por las figuras parentales o significativas. Dicha agresión despertó ira contra los agresores y contra sí mismo; ira que después sólo es trasferida a la pareja, a quien el agresor usa como bote de basura.

Efectos de la comunicación agresiva

Sus efectos son cualitativos; sólo la angustia de la víctima, puede definir el grado de agresión. Ésta suele ser privada, es común que sólo la víctima la escuche, sobre todo al principio, porque el agresor así lo procura.


- Se vuelve más intenso y constante.
- El ataque es impredecible. Esto es muy significativo, pues la pareja queda azorada, pierde el equilibrio ante el comentario hiriente, el desprecio, sarcasmo o insulto de su pareja. No importa lo inteligente o razonable que la víctima sea, nunca se espera el ataque y no sabe cómo prevenir o comprender lo que pasa.


- La víctima se acostumbra y se adapta.


- La comunicación agresiva minimiza y disminuye la percepción que la víctima tiene del ataque, se siente culpable y merecedora del castigo, el agresor la culpa de todo, por lo que se convierte en el chivo expiatorio, así el atacante se convierte en víctima.


- Su autoestima desaparece y hay un evidente abandono de sí misma. Se siente frágil, confundida, angustiada, con miedo, insegura, culpable, incapaz.


- Consciente o inconscientemente la víctima trata de cambiar su conducta para no alterar al agresor y no resultar lastimada. Así va dejando de ser ella misma.


- Suele ir en aumento; poco a poco el agresor va aumentando las formas de ataque, hasta convertirse en agresión física, que también inicia con jalones o empujones y puede terminar en golpizas.



LAS VICTIMAS

Las víctimas llegan a interiorizar la visión negativa que transmite el maltratador, viéndose a sí mismas como despreciables. Todos sus intentos por defenderse o escapar son inútiles porque el maltratador reacciona negando la responsabilidad, culpando a la víctima y degradándola o con más amenazas, hasta que se rinde sintiéndose confusa y agotada. A veces, en los casos de abusos más graves y ritualistas, las víctimas pueden llegar a atacar o matar a su maltratador, muchas veces en un estado de gran agitación y pánico.

ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

Trastorno de estrés postraumático como consecuencia del abuso emocional

El abuso emocional o físico puede llegar a generar un trastorno de estrés postraumático, con síntomas como pesadillas, pensamientos intrusivos, flasbacks, problemas para dormir y concentrarse y amnesia. Los recuerdos de sucesos de abuso aparecen en su mente como intrusos, repitiéndose una y otra vez. A veces son tan vívidos e intensos que parece que los estuviera viviendo de nuevo (flashbacks). Por este motivo, estas personas son más propensas a tener accidentes, pues los recuerdos y flasbacks pueden distraerlas de sus actividades, impedir que perciban con claridad el peligro en la carretera y menguar su atención y concentración al volante o en cualquier otra actividad. Por ejemplo, al ir a cruzar la calle puede no darse cuenta de que el semáforo estaba rojo para los peatones. Es frecuente que le den vueltas y vueltas a sucesos determinados, haciéndose preguntas como: ¿Realmente lo que hice fue tan egoísta como dice él? ¿Realmente soy tan estúpida y torpe? ¿Es que no hago nada bien? ¿Cómo es posible que reaccione así? ¿Qué está pasando? ¿Qué estoy haciendo tan mal?

También son frecuentes los síntomas somáticos como dolores de cabeza, trastornos del aparato digestivo o problemas del aparato respiratorio, como asma o bronquitis.

"A veces, cuando él no estaba ahí, yo podía oír su voz llamándome puta y acusándome de acostarme con todos. Yo sabía que él no estaba ahí, pero sus comentarios seguían dando vueltas en mi cabeza, como si sucediera una y otra vez".

"Me obligaba a ver películas pornográficas en las que mujeres o animales eran torturados y mutilados. Me amenazaba con cortarme la cara o quemarme con cigarrillos o decía que me haría todo tipo de vejaciones sexuales. Lo repetía una y otra vez, como un ritual. Decía que el único que tenía derecho a pensar y tomar decisiones en la familia era él. Yo era una buena abogada, apreciada por mis compañeros de trabajo, pero cuando esto sucedía me sentía rota por dentro, todo lo que pensaba de mí misma quedaba destruido, me sentía despreciable, no podía pensar".

EL MALTRATADOR

Muchas víctimas de maltrato tienden a pensar que si se comportan del modo apropiado todo irá bien entre ellos. Pero no existe un modo apropiado, pues si un día se vuelve cariñoso contigo por haberle preparado una comida especial, una semana después puede insultarte precisamente por lo mismo. Es decir, el abuso no tiene nada que ver con la víctima, no depende de lo que ella haga o deje de hacer, no se produce porque ella haga algo mal o sea torpe o se comporte de un modo incorrecto. (y ni siquiera aunque lo hiciera sería motivo para ser maltratada).Tiene que ver única y exclusivamente con el maltratador y sus propios problemas psicológicos o de otro tipo, miedos, inseguridades y necesidad de control. El miedo del maltratador al abandono suele ser tan intenso como el de la víctima, y reacciona ante ese miedo tratando de obtener un control total sobre ella.

El maltratador suele ser una persona inmadura y egoísta. Lo único que le importa es su propio bienestar y su víctima ha de atenerse a sus deseos en todo momento. No tiene en cuenta los deseos y sentimientos de su pareja porque sólo le importan los suyos propios. Percibe a su pareja como si fuera parte de él y estuviera bajo su dominio, en vez de como un ser independiente, con sus propios deseos, opiniones, preferencias o emociones.

¿Qué mantiene a estas personas en una relación de este tipo?

1. La destrucción del sentido del yo que hemos mencionado anteriormente impide a estas personas alejarse de su maltratador. Puede culparse a sí misma en vez de al maltratador, considerar que hay algo defectuoso en ella y que es ella quien debe cambiar y no él. La depresión le impide pensar soluciones efectivas, la baja autoestima y constante autocrítica le hace dudar de su capacidad para sobrevivir por sí misma. La destrucción del yo que conlleva el abuso le impide romper la relación. Sólo con pensar en dejar a su pareja puede tener incluso un ataque de pánico.

2. Abuso, negligencia o abandono en la infancia

Un estudio realizado con mujeres maltratadas (Loring y Myers, 1991) mostró que todas las mujeres victimas de abuso emocional y el 65% de las mujeres victimas de abuso físico informaron de una historia de abuso emocional en sus familias de origen.

Una persona con una infancia sana y normal, que ha aprendido a formar vínculos seguros con sus parejas, tiene más recursos psicológicos para escapar de una relación de este tipo cuando empieza a darse cuenta de cómo es su pareja realmente, mientras que una persona víctima de maltrato, negligencia o abandono en su infancia, tiene más posibilidades de acabar formando un vínculo de tipo ansioso en la edad adulta.

Muchas de estas personas se han sentido solas y maltratadas o abandonadas durante toda su vida y ansían más que nadie esa conexión emocional de la que carecen, de ahí que su miedo al abandono sea mayor que en otras personas. Este miedo al abandono, que ha arrastrado probablemente toda su vida, da lugar a una conducta de aferramiento intenso a su pareja. Su sensación de soledad y necesidad de conexión con alguien es tan intensa que perciben el abandono como algo que acabaría por destruirlas por completo, pues su maltratador es percibido como su última esperanza de salvación.

Por otra parte, estas personas se ven impulsadas de manera inconsciente en la edad adulta a entablar una relación con alguien tan abusivo como lo fue su padre o madre, en un intento por reconstruir una infancia perdida, por tener una segunda oportunidad y ser capaces de manejar la situación adecuadamente.

"Durante toda mi vida he tenido la sensación de que la gente cercana a mí no quería escucharme. Me he sentido sola e ignorada. Y aún me siento así: desconectada de todo y profundamente sola".

3. El vínculo traumático

Con el sentido del yo erosionado o disminuido y aislada de otras personas, la víctima se apega con fuerza al maltratador en busca de un poco de amor, de un poco de validación, de ese gesto amable que le devuelva su identidad personal, que le diga que no es una persona tan inadecuada como está empezando a creer, sino alguien valiosa y digna de amor y respeto. Esto es lo que se llama un vínculo traumático. No es el vínculo de amor que debería unir a una pareja, sino un vínculo basado en la dependencia que crea la erosión de la propia identidad, por eso es tan intenso y por eso es tan difícil para muchas personas romper este tipo de relaciones y abandonar a su maltratador. Esos momentos de cariño e intimidad con el abusador que tanto anhela la víctima aparecen de vez en cuando, dándole esperanzas de que a partir de ahora todo va a cambiar y que todo irá bien, pero eso nunca sucede, pues tras ese breve instante de conexión aparece de nuevo el frío distanciamiento y el abuso emocional.

"Mi marido me empujó alguna vez durante nuestro matrimonio, pero eran sobre todo sus constantes críticas lo que me dolía tanto. Criticaba mi modo de vestir, de hablar, de cocinar, mis ideas, mi aspecto, todo...Lo más aterrador era cuando amenazaba con dejarme. Entonces hacía lo que fuese para complacerle y que fuese amable conmigo".

4. Reforzamiento intermitente

En este tipo de relaciones marcadas por el abuso emocional, suele darse un patrón cíclico, con fases en las que el maltratador se muestra cariñoso y atento, seguidas de fases de abuso emocional. Esta conexión emocional intermitente produce gran desasosiego y confusión en la otra persona, manteniéndola insegura constantemente respecto al amor de su pareja. Cuando cree que tiene al amor de su pareja, él vuelve a rechazarla y ella siente una gran ansiedad por recuperarlo de nuevo. Los pequeños momentos de conexión hacen que recupere la esperanza y cuando sucede de nuevo el rechazo y el maltrato, la decepción y el dolor son intensos.

El vínculo traumático es similar al síndrome de Estocolmo, el cual se produce cuando los secuestradores alternan entre la amabilidad hacia la víctima y el terror. Esto hace que los rehenes se vuelvan dependientes de sus captores tanto para sus necesidades emocionales como físicas. "El miedo es tan intenso que toda esperanza de supervivencia depende de complacer al criminal" (Symonds, 1975). Del mismo modo, en el maltrato emocional, la amabilidad y el abuso son también intermitentes y contribuyen a crear el vínculo traumático.

VICTIMAS DE ABUSO EMOCIONAL

Muchas de estas personas no son conscientes de que son víctimas de abuso emocional y tienden a pensar que lo que les sucede es debido a sus propios errores o inadecuación. En un estudio realizado con mujeres maltratadas (Loring y Myers, 1991) se vio que sólo el 29 % de las mujeres victimas de abuso emocional reconocían serlo. Hay que tener en cuenta que, para la mayoría de las personas, es inconcebible que alguien que es tu pareja y que te dice que te quiere, esté al mismo tiempo tratando de rebajarte y humillarte. Por eso no es tan extraño que tiendan a dar crédito a las afirmaciones de su pareja y creer que de verdad hay algo equivocado en ellas, en sus opiniones, gustos, etc. Muchas se sienten tremendamente deprimidas y aún así no son capaces de expresar con claridad por qué se sienten así. Por eso, el primer paso hacia la curación consiste en reconocer que están siendo víctimas de abuso emocional y establecer una asociación entre sus síntomas y la experiencia traumática que están viviendo.

Cuando Mónica expresaba alguna idea, su pareja, Alberto, un profesor universitario, movía la cabeza con exasperación y suspiraba con una expresión de disgusto, moviendo su cabeza de un lado a otro. Después utilizaba un tono de voz tranquillo aunque tenso, y similar al que se utilizaría para hablar con un niño deficiente mental. Ella reaccionaba con depresión. A menudo negaba las ideas y emociones de ella diciendo: "Tu no sientes eso", o "En realidad tú no piensas así". A menudo la interrumpía en las conversaciones, diciendo, "lo que Mónica quiere decir es que..." (Loring, 1994).

"Mi marido a veces me llama estúpida y en otras ocasiones simplemente me ignora cuando hablo, suspira cuando le cuento mis sueños para el futuro y se ríe agitando la cabeza con desprecio cuando le cuento alguna idea".

CONDUCTAS DEL ABUSO EMOCIONAL

Conductas que suponen abuso emocional abierto:

  • Gritar, insultar, despreciar, rebajar, criticar, ridiculizar a la víctima ante los demás, expresar asco hacia ella.

  • Arrojar objetos (no necesariamente a la víctima), dar golpes a las paredes, portazos, romper cosas.

  • Retirar el afecto e ignorar a la pareja o amenazarla con romper la relación. Por ejemplo, no hacerle caso mientras habla, negarse a mantener una conversación, rechazar cualquier gesto de afecto de la pareja, irse de la casa.

  • Impedir que vea a sus familiares y amigos, de manera que queda aislada del contacto con otra persona que no sea el maltratador.

  • Celos y posesividad excesivos. Controlar lo que hace y con quién está. Por ejemplo, mediante llamadas telefónicas frecuentes, preguntando constantemente para saber dónde y con quién está en todo momento, tratar de impedir que vea a determinadas personas o vaya a determinados lugares.

  • Restringir recursos: impedirle hacer llamadas telefónicas, impedirle el acceso al dinero familiar, tarjetas de crédito, etc. Interferir en las oportunidades de trabajo, educación, cuidados médicos.

  • Obligarla a tomar parte en actividades delictivas.

  • Amenazas de muerte o amenazas de agresión física o sexual, amenazas de dañar a sus hijos o animales domésticos. El maltratador puede amenazar con hacer daño a los familiares de la víctima y decirle que es responsabilidad de ella impedir que les suceda. Agresión o abuso de los hijos o mascotas de la víctima.

ABUSO EMOCIONAL

El abuso emocional consiste en un proceso constante en el que las ideas, sentimientos, características de personalidad y percepciones de una persona son rebajados y despreciados hasta que llega un momento en que la víctima empieza a ver estos aspectos de sí misma como gravemente dañados o incluso ausentes. Es decir, se produce una destrucción del sentido del yo, de la identidad personal.

Muchas parejas intercambian a veces comentarios hirientes o despreciativos durante una discusión. Sin embargo, el abuso emocional es mucho más que eso. Es algo que se da de manera continuada con el objetivo de despreciar y controlar a la víctima.

En el abuso físico también se produce un abuso emocional, pues los golpes implican una humillación y rebajan a la persona y suelen ir acompañados de insultos u otro tipo de abuso emocional. Los efectos del abuso emocional son mucho más destructivos que el abuso físico y el principal responsable de los trastornos psicológicos que se producen durante el abuso físico.

El abuso físico puede ocurrir sin abuso emocional. Aunque a menudo el maltratador comienza con maltrato psicológico y acaba con maltrato físico, no siempre es así necesariamente y a veces nunca dan el paso al maltrato físico, pero continúan con el abuso emocional durante años.

A menudo se da un patrón cíclico, sobre todo cuado el abuso emocional va acompañado de agresión física: la tensión comienza a intensificarse hasta que se produce un estallido de violencia, que suele ir seguido de un periodo de calma caracterizado por el arrepentimiento del maltratador, que adopta un actitud más cariñosa, hasta que la tensión vuelve a empezar a aumentar hasta producirse un nuevo estallido y así sucesivamente.

El abuso emocional puede ser de dos tipos: abierto y encubierto

1. Abuso emocional abierto

"Janie, una profesora de instituto de veintiocho años, describía cómo su marido, Peter, un administrador de empresas, a menudo proclamaba en las reuniones familiares que ella era incompetente e ineficaz. La criticaba por quemar las tostadas, tener la “casa sucia” y ser una “horrible pareja sexual”.


Cuando atendían juntos un encuentro social, la acusaba de flirtear con uno de los invitados e insistía en que estaba teniendo una aventura. Aunque Peter describía a Janie como “fea” y “gorda”, era intensamente celoso y estaba convencido de que otros hombres la estaban persiguiendo. Controlaba cuidadosamente los gastos de ella, la disuadía de ir a actos sociales en el instituto o con colegas y limitaba sus visitas a miembros de su familia. Incluso restringió las llamadas a su madre." (Loring, 1994).


2. Abuso encubierto.

Es un patrón sutil mediante el cual el abusador desprecia y rebaja las acciones, pensamientos y emociones de la víctima. Por ejemplo, tal vez no te diga que no le gusta cómo te has vestido, pero te mira de arriba abajo con desaprobación, transmitiendo sin palabras un mensaje que dice: "No eres ni capaz de vestir de forma apropiada". Si expresas algún temor, en vez de apoyarte y ayudarte a superarlo, te mira con condescendencia dando a entender que eres débil y cobarde. Si dices que te gusta la tranquilidad del campo, hace una mueca y deja caer algún comentario despreciativo, como: "Bueno, es para gente simple". Si dices que sientes lástima de un amigo que ha perdido su negocio, te responde algo como: "Sabes que eso no es cierto, estás demasiado centrada en ti misma como para sentir pena de verdad por alguien". De este modo casi cualquier pensamiento, sentimiento, preferencia o deseo que expresa la víctima es considerado inadecuado o negado de un modo indirecto.

Si este proceso de abuso se repite de forma continuada, llega un momento en que empiezas a dudar de tu propia competencia, de tus ideas, de tus gustos, y hasta de tus emociones y sentimientos. Si además, como suele ser habitual en estos casos, tu pareja te ha ido aislando poco a poco de tus familiares y amigos, no tienes a nadie que desmienta sus palabras. Esto es lo que se llama una erosión o destrucción del sentido del yo o identidad personal. Al dudar de tus ideas, creencias, emociones, valores, metas, etc. y al empezar a pensar que pueden ser inadecuados y erróneos, comienzas también a dudar de ti misma y tu sentido de identidad empieza a estar poco claro. No tienes claro quién eres, qué sientes o qué deseas. Aparece una sensación de vacío interior, de soledad y tristeza. Algunas víctimas de abuso emocional tienen la sensación de que están desapareciendo, como si se desvanecieran poco a poco y empezaran a dejar de existir. La depresión y la baja autoestima son frecuentes.


"Después de que mi marido me haya llamado "completamente inútil" y "aburrida" y me haya ignorado durante varios días, empiezo a sentirme muy pequeña y poco importante. A veces no recuerdo quién soy. Me he perdido en alguna parte. ¿Cómo soy yo de verdad? ¿Quién es la persona agradable que una vez creí ser?" (Loring, 1994)

SINDROME DEL ABUSO VERBAL

¿Cómo puedes saber si estás sufriendo el síndrome del abuso verbal? Considera las doce características siguientes y compáralas con tu situación.

1. Debido al constante abuso verbal de tu pareja hacia ti, tienes una autoestima muy baja y te criticas a ti misma cada vez más.

2. Debido a que has unido tu felicidad a él, tienes miedo de que te deje, de modo que accedes a sus peticiones y te comportas como él desea.

3. A menudo, las palabras despectivas que te dirige van acompañadas de otras conductas abusivas, como la negligencia emocional, humillación o actos violentos. Esto a menudo te hace sentir sola y aislada.

4. Revisas tus palabras y acciones, temiendo la posibilidad de abuso presente o futuro.

5. Debido a que repetidas veces te ha menospreciado con palabras como fea, gorda, estúpida, sucia, puta u otras similares, comienzas a pensar que tal vez sea cierto.

6. Debido a que se enfada cada vez que pasas tiempo con amistades o familiares, te has aislado y alejado emocionalmente de personas que una vez fueron importantes para ti.

7. En un intento de manejar el sufrimiento que padeces, puedes recurrir a la comida, el alcohol, las drogas u otras sustancias para aliviar el dolor.

8. Sintiendo que estás en un constante estado de estrés, puedes tener dolores de espalda inexplicables. Puedes padecer también trastornos gastrointestinales, incluyendo el reflujo gástrico, estreñimiento, diarrea o malestar general en el estómago.

9. Has perdido interés en cosas que una vez fueron importantes en tu vida.

10. Intentas convertirte en su consejera o terapeuta.

11. Debido a que no eres capaz de controlar sus conductas, intentas controlar a otros, lo que da lugar a respuestas airadas.

12. Generalmente te sientes físicamente exhausta, y a veces encuentras difícil llevar a cabo tus actividades diarias.

Si los rasgos y características mencionadas aquí arriba describen tu situación personal, puede ser hora de buscar ayuda. Existen muchos recursos para ayudar a las víctimas de abuso a trabajar en sus sentimientos y emociones. Lo importante es que empieces a buscar ayuda y reparar el daño que te han causado. Ten en cuenta que el abuso emocional no se da en el vacío; es decir, existen otras conductas que acompañan a las palabras airadas y acciones dirigidas hacia ti. Algunas de estas conductas incluyen el abuso físico y la violencia directa.


Otras conductas pueden incluir el alcoholismo o abuso de drogas. Asegúrate de compartir esto con la persona que te está tratando para que pueda entender totalmente tu situación. Como le digo a mis clientes, cuando buscas ayuda ya la estás obteniendo.

CUANDO SIGUES ESPERANDO Y PENSANDO QUE ÉL CAMBIARÁ


Autor: John D. Moore, Psicólogo, profesor de psicología y ciencias de la salud en la American Public University www.mental-health-matters.com


Cuando estar enamorada significa tener que soportar sus despiadados insultos, estás manteniendo una relación con un hombre verbalmente abusivo.

Cuando expones la mayoría de tus comentarios con miedo a cómo responderá él, estás manteniendo una relación con un hombre verbalmente abusivo.

Cuando disculpas su errático temperamento, permites sus humillaciones o soportas su versión del "tratamiento de silencio", estás manteniendo una relación con un hombre verbalmente abusivo.

Cuando crees que puedes trabajar con él para cambiar de algún modo su comportamiento, con la esperanza de que llegue a tratarte con respecto, estás manteniendo una relación con un hombre verbalmente abusivo.

Cuando llegas a creer que eres realmente todas las cosas horribles que te ha llamado, como fea, gorda, egoísta o estúpida, estás manteniendo una relación con un hombre verbalmente abusivo.

Y cuando sus insultos te han llevado a poner en riesgo tu salud emocional o física, o has llegado a odiarte a ti misma, entonces estás completamente implicada con un hombre verbalmente abusivo.

Tal vez estás leyendo esto porque estás cansada de ser maltratada por tu pareja, quien parece estar haciendo todo lo posible para hacer que te sientas enfadada, asustada, humillada o deprimida. Si este es el caso, entonces este artículo está escrito para ti. Si eres un familiar o amigo de la persona en cuestión, este artículo requerirá una gran honestidad respecto a su situación, de modo que está escrito también para ti.

Antes de continuar, me gustaría aclarar que el abuso verbal no se limita sólo a los hombres. En realidad, cualquiera es capaz de abusar verbalmente de otra persona, independientemente de su sexo, orientación sexual, o la naturaleza de la relación que hay entre ellos. Esto significa que un marido puede maltratar verbalmente a su esposa, una chica puede maltratar verbalmente a su novio, o una persona significativa puede abusar verbalmente de su pareja. Tal vez es este el motivo por el que considero que el abuso verbal es un destructor de la igualdad de oportunidades: un destructor de la autoestima, la felicidad y, lo más importante, de la propia identidad personal. Sin embargo, desgraciadamente, las mujeres han sido las principales víctimas de esta insidiosa forma de maltrato, principalmente a manos de sus parejas masculinas. Esto es debido, en gran parte, a las duraderas aunque erróneas normas sociales que han relegado a las mujeres a injustos roles de subordinación que han permitido a los hombres estos comportamientos nocivos. Y aunque los tiempos están cambiando, aún sigue existiendo este desequilibrio.

La palabra abuso referida a las relaciones personales puede resultar aterradora. Suscita imágenes mentales de alguien agrediendo físicamente a una víctima indefensa para inflingirle el máximo daño. De hecho, cuando escuchamos esto lo esquivamos con decisión, volviendo nuestra atención hacia otra parte y creyendo que "no podría sucederme a mí". Pero si eres completamente honesta acerca de tu situación; honesta respecto a los insultos, respecto al modo cruel en que te trata, entonces la palabra abuso adquirirá un significado totalmente nuevo.

Tras un periodo de tiempo, las personas que mantienen una relación con un hombre verbalmente abusivo, acaban desarrollando un grave trastorno que yo denomino el "síndrome del abuso verbal". Independientemente de los matices de sus relaciones concretas o de si el tiempo pasado con la persona amada fue largo, corto o se trata de una relación en curso, estas víctimas comparten un vínculo común. El síndrome del abuso verbal no significa tener un defecto mental, ni tener una enfermedad que amenaza la vida, ni ser infectado con algún virus. Significa que el abuso verbal a través del tiempo comienza finalmente a agotar emocionalmente a una persona, progresando hasta un punto en que la víctima acaba perdiendo su autoestima.

Significa que la persona empieza a creer que realmente hay algo malo en su personalidad y que es todas las cosas horribles que la han llamado. Significa vivir con miedo y consintiendo la brutal conducta de su pareja. Y, por último, significa vivir con un enorme sentimiento de culpa y odio hacia sí misma.

sábado, 16 de enero de 2010

GALERIA DE FOTO

DIA DE LUCHA CONTRA LA VIOLENCIA DE GENERO

Una mujer que se esconde,

que oculta daños a todos,
evita mostrar los golpes,
se encuentra hundida en el lodo,
acumula las lesiones…
y se hunde más en el foso.

Suena la puerta. La llave.
Entra. Ruido. Se acerca.
Hoy ha bebido. Y lo sabe.
Una puerta que se cierra.
“¡Niña!¡Golfa!¡Mala madre!”
Pasos. Golpes. Ya se acerca.
“¿A dónde fuiste esta tarde?”
“A ningún sitio”- Contestas.
Temblor en la voz. Que pare.
Lloras. Temes. Gimes. Rezas.
“Por favor, que no me mate”.
Ya llegó. Abre tu puerta.
No sabes cómo mirarle.
“¡¿Qué haces?! ¡¿Por qué te encierras?!”
Solo tratas de explicarte.
Primer golpe. No lo yerra.
Huyes. Tratas de escaparte.
Te ha cogido. No te deja.
Y ya ha vuelto a golpearte.
Caes al suelo. Te ves muerta.
Ojalá se canse antes.

Te desprecia. No te quiere.
Siempre quiere controlarte.
No es amor lo que te tiene.
Los celos no son garante.
No lo hagas. Ni lo pienses.
Decídete a denunciarle.
Te echaste atrás otras veces.
Y ya ha vuelto a maltratarte.

MOVIMIENTO ORGANIZADO

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